
Hace algunos años que el sorgo abandonó su letargo y comenzó un camino de recuperación en el escenario productivo argentino. Hoy es un cultivo de exportación que, por algunas circunstancias coyunturales, cotiza en este momento por encima del maíz y tiene como principal cliente a China. Hay dos preguntas que sobrevuelan a esta actividad: si este escenario se va a consolidar y si este regreso también tendrá un capítulo en el mercado interno, por ejemplo, como alimento en las emergentes cadenas de carne porcina y aviar. Esas preguntas fueron puestas a consideración en el panel “Un muro sin derrumbar, ¿cómo ampliamos el futuro del sorgo?”, en el marco del 17° Congreso Maizar.
Ampliar el sorgo
La respuesta a la primera pregunta fue que sí. Juan Alzari, trader de Gear SA, estimó que el nuevo status del sorgo en el universo exportador, a partir de la demanda china, tenderá a consolidarse. El cambio clave, explicó, fue en 2018, cuando se aprobaron los protocolos de ventas al gigante asiático.
Hasta entonces, los “momentos del sorgo” eran espasmódicos. “En los años ’80, en la Argentina llegaron a producirse 5 millones de toneladas en 3 millones de hectáreas, por el efecto en los mercados del boicot comercial a la ex Unión Soviética”, recordó. Después, la exportación bajó a cero y experimentó algún repunte recién en 2011, a raíz de una sequía en Estados Unidos. Luego volvió a lagunear hasta que China abrió su mercado, y se pasó a sembrar un millón de hectáreas y a exportar 2,5 millones de toneladas.
El trader de Gear aclaró que, aunque en esta última campaña la sequía redujo el volumen exportable y aumentó la demanda interna para consumo interno, en los últimos años, el mercado chino se llevó el 95% del sorgo argentino. Y estimó que, con pequeñas variaciones, seguirá en esa proporción por los próximos años.
En materia de precios, señaló, el sorgo vive hoy uno de esos “momentos”. Cotiza a USD 260 por tonelada, mientras que la tonelada de maíz gira en alrededor de USD 200. En el mercado interno, son 60.000 pesos, contra 55.000. “Esto obedece también a causas circunstanciales internas, como las distintas versiones del dólar agro”, aclaró. Pero lo destacable a futuro es que, “mientras hace cuatro años uno sembraba sorgo sin saber qué precio iba a tener, hoy hay precio casi todo el año”.
Con el precio asegurado, el otro factor que debería impulsar la siembra de sorgo es el de la tecnología de producción. Alzari recordó que el rendimiento del cultivo venía parejo con el del maíz hasta mediados de los ‘90, cuando la aparición de eventos como el BT y el RR comenzaron a despegar la productividad del cereal. “Hoy, la brecha de rendimiento es de 3.000 kilos por hectárea, y cerrarla es indispensable para ganar superficie”. Es que, mientras el sorgo siga siendo el cultivo que se siembra donde no se puede sembrar maíz, “será difícil que le dispute un lugar en el consumo doméstico”, señaló.